Cuando las personas envejecen la frecuencia de la artrosis de cadera va en aumento, pero no sólo este factor es lo que condiciona este mal o lo hace aparecer, también se debe a la aparición de algunas patologías locales y generales. La cadera joven posee un cartílago liso, transparente, grueso y de color acerado, con el uso de la misma, ese cartílago va disminuyendo, se hace opaco, con una menor elasticidad, menos brillante y amarillento. Un observación más profunda y detallada descubre un cartílago fibrilar con pequeños desprendimientos de la superficie. Alrededor de los 55 años ya se presentan ulceraciones y erosiones que dejan al hueso subcondral sin cubierta cartilaginosa por el uso que se le ha dado (envejecimiento articular). La cadera posee un mayor desgaste ya que recibe carga de comprensión a nivel superoexterna del cótilo y de la cabeza femoral.